martes, 13 de julio de 2010

charlot

me preguntan si este finde no he ido a ningún restaurante. Bueno, la verdad es que no. sólo que el viernes cené en un local al que no todos llamaríamos así. tasquita quizá...
la cosa es que no me encargué de buscar restaurante (culpa mía !!!), andaba liado entre trabajo, arreglando cosas por andorra, pendiente de unos amigos que venían, el mundial... total, que cometo el error de decir la frase "busca algo por ahí" a última hora, despejando el balón y sin dar tiempo suficiente porque me ha pillado el toro. y por eso me decido finalmente a escribir la crítica, para que la gente no busque en la guía de teléfonos y se lleve sorpresas como esta. no es por dármelas de guay, pero dedico entre dos o tres horas por semana mínimo para buscar local donde reservar...
el nombre del charlot me sonaba de haberlo visto en alguna relación de bares y restaurantes de andorra la vella, pero no existe referencia alguna. espero que a partir de ahora conste en internet como tasquita de menú, algo muy digno sin duda, pero que la gente que busca restaurantes de verdad no caiga en erores por falta de información.
por fuera parece que tiene posibilidades, pero traspaso la puerta y contemplo aterrado como un indivíduo que come un par de huevos fritos mientras ve a belén esteban y charla con un fulano en bañador, se levanta y me recibe. acabóse.
nos miramos pensando si nos da tiempo a huir, pero al final aceptamos la derrota y subimos a un altillo donde al menos otras dos parejas se ubican con cara de pena y una mirada que dice ¿tu también, hijo mío?
el sofocante calor sólo es comparable con la pobreza que propone la carta. pizzas o menú. optamos por menú...
compartimos entrantes, esparragos con jamón (esparragos de bote frios a un lado del plato y una generosa ración de jamón deshuesado al otro) y paté de foie? ... para que nos entendamos, se trata de uno de esos patés de a euro con sabor indefinido, entre apis y carrefour, y que van rodeados, a modo de gelatina, por una de esas pulseras amarillas que popularizó lance amstrong, y que tienen pinta de tóxicas.
como plato opto por magret de pato a la parrilla, algo difícil de estropear, pero lo consiguen, al prepararlo troceado en vez de en la pieza, con lo cual queda demasiado cocido e insulso. mi acompañante opta por un entrecot, ambos acompañados por patatas fritas congeladas.
para beber me sorprenden con un yllera (tenían remelluri en la carta, pero obviamente no queda), aunque a tono con el local hubiera sido más adecuado un cumbres de gredos con casera.
lo mejor, el postre, los vasitos de haagen-dasz van tan bien cerrados que no se pueden estropear...
el precio, barato, no podía ser de otra forma... el nombre del local, adecuado. una auténtica charlotada llamarlo restaurante.

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